Date el lujo de comer una joya culinaria

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Diamante blanco, joya culinaria, el Mozart de los hongos… son sólo algunos nombres con los que se ha bautizado a la más preciada de todas la trufas: la Tuber magnatum pico o lo que es lo mismo, la trufa blanca.

Un hongo procedente de la región italiana de Piamonte que puede alcanzar precios astronómicos (más de 4.000 euros el kilo. Si el precio suena como una verdadera locura, hay que tener en cuenta que la alta gastronomía precisa también este tipo de manjares, aunque la trufa, más que alimento, es sólo un gran aroma que satisface más el paladar que el estómago

Pues bien, como en la mayoría de estos casos, la respuesta está en la escasez y en la gran dificultad que entraña encontrar estas delicadas trufas, sólo existentes a varios centímetros bajo tierra. En Piamonte es mejor conocido como la “Trifula” y su buscador se llama Trifulao, es un hongo ipogeo, que vive sólo bajo tierra, y como todos los hongos tiene un aparato de raíz constituido de un entramado espeso, ramificado y muy extenso de filamentos blanquecinos. Para disfrutar la fragancia del aroma de la trufa es preferible consumirla en un corto plazo de tiempo.

El propietario de un restaurante de Los Ángeles, Joe Piytka, pagó en una subasta 35.000 dólares por un ejemplar de tartufo blanco de un tamaño récord, lo que permitió a la ciudad vencer a Nueva York en una famosa disputa culinaria.

Antiguamente se adiestraba a los cerdos para buscar trufas, pero se corría el riesgo de que después de encontrar el diamante el animal se lo comiera. Hoy en día se utilizan perros, que, al parecer, no aprecian este manjar. El motivo por el que la trufa blanca (Tuber magnatum pico) está considerada como uno de los frutos más raros y excepcionales que da la tierra es que, a diferencia de la trufa negra (Tuber mellanosporum Vitt), en su producción no se inmiscuye la mano del hombre.

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